Ser violento al principio y terminar después temiendo a los propios soldados es el colmo de la ineptitud.

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque.

Rápido como el viento, silencioso como el bosque, raudo y devastador como el fuego, inmóvil como una montaña

Recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.

Si tus fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces debes retirarte y buscar una salida.

Recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.

Cuando el enemigo esté relajado hazlo esforzarse. Cuando esté saciado, hazlo sentir hambre. Cuando esté asentado hazlo moverse.

Si tu enemigo se toma las cosas con tranquilidad, no le des tregua. Si sus fuerzas están unidas, sepáralas. Atacalo allí donde no esté preparado, aparece allí donde no te espere.

Para que perciban las ventajas de derrotar al enemigo, deben también obtener sus recompensas.

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque.

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.