La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque.

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.

El que llega primero al campo de batalla espera fresco la llegada del enemigo para combatir. Quien llega tarde al campo de batalla tiene que apresurarse y llega exhausto al combate.

La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo la provee él mismo.

La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo la provee él mismo.

Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.