Cuando el enemigo esté relajado hazlo esforzarse. Cuando esté saciado, hazlo sentir hambre. Cuando esté asentado hazlo moverse.

Ser violento al principio y terminar después temiendo a los propios soldados es el colmo de la ineptitud.

Si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.

Mira por tus soldados como miras por un recién nacido; así estarán dispuestos a seguirte hasta los valles más profundos; cuida de tus soldados como cuidas de tus queridos hijos y morirán gustosamente contigo.

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.

Si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.

Ser violento al principio y terminar después temiendo a los propios soldados es el colmo de la ineptitud.

Rápido como el viento, silencioso como el bosque, raudo y devastador como el fuego, inmóvil como una montaña

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque.

La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo la provee él mismo.