Si tu enemigo se toma las cosas con tranquilidad, no le des tregua. Si sus fuerzas están unidas, sepáralas. Atacalo allí donde no esté preparado, aparece allí donde no te espere.

Cuando el enemigo esté relajado hazlo esforzarse. Cuando esté saciado, hazlo sentir hambre. Cuando esté asentado hazlo moverse.

Aquel que puede modificar sus tácticas en función de su oponente y así conseguir la victoria podrá ser llamado capitán nacido del cuerno del cielo.

Ser violento al principio y terminar después temiendo a los propios soldados es el colmo de la ineptitud.

Lo que los antiguos llamaban un luchador astuto es aquel que no sólo gana, sino que resalta por ganar con sencillez.

La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo la provee él mismo.

Recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.

La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo la provee él mismo.

Si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.

Para que perciban las ventajas de derrotar al enemigo, deben también obtener sus recompensas.